domingo, 30 de mayo de 2010

YA SOY UN BARIATRIZADO

Efectívamente ya he sido operado, ahora ya soy un miembro más del club de la cirugía bariátrica.

Como cuestión previa debo aclarar a quienes lean esta entrada, o a quienes me saludan por la calle, que esto no es una operación de estética, esto es la "ultima ratio legis" para comedores impenitentes, que han intentado por todos los medios vencer su adicción a base de fuerza de voluntad y de pasar hambre en multitud de ocasiones, y con igual número de fracasos, con pérdidas de peso exageradas y con efectos rebote y subidas que nos situaban normalmente por encima de la línea de salida.

La sensación que tengo ahora, es la de que he pasado de ser un enfermo a ser un tullido.

Antes era un enfermo incontrolable con ataques de ansiedad en los que es impensable la cantidad de alimentos que deglutía y ahora soy un tullido que no tiene ningún apetito, ni ansiedad, pero al que le falta un.... digamos 80 % de su estómago. Y ESO NO ES SANO; aunque evidentemente más insano era arrastrar 155 kg. con 1,67 cm de altura.

La operación sólo puedo definirla como mágica; fui operado el día 21 por la tarde, pasé esa noche en la UCI, y a la mañana siguiente me subieron a planta, el mismo sábado 22 me quitaron la sonda nasal, y el oxígeno, el día 23 domingo, ya me levantaba y me quitaron la sonda urinaria, el día 25 por la tarde me dieron el alta y me marché a casa a celebrar el cumpleaños de mi hijo.

No tengo sensación de haber sido operado, en cuanto a que no he tenido dolores, y apenas tengo cuatro incisiones en la tripa, y otra un poco más pequeña por donde llevaba el drenaje.

El día 26 me dirigí a la farmacia donde me peso siempre, tenía claro que había bajado peso, me habían quitado un estómago considerable, llevaba tres días sin comer (solo suero por vía) y los dos últimos unos calditos de ave, pero mi sorpresa fue que cuando me enfrenté a la báscula, posíblemente por efecto de estar hinchado, por retener líquidos, o por la causa que fuese tan sólo había bajado medio kg. manteniéndose la báscula en 138 kg. y reflejando únicamente la perdida de peso previo a la intervención en un par de días me pesaré de nuevo, y estoy seguro que la diferencia ha de ser mayor.

En cuanto a la comida no tengo ningún apetito, he visto raciones, tapas, guisos, etc. Me he acercado a ellos, e incluso he metido la nariz dentro para olerlos, me han parecido apetitosos en su olor, pero ni física ni mentalmente me he sentido atraído por ellos, ni tan siquiera he salivado.
Lo cierto es que me gustaría que me apeteciese y poderme controlar, pero tras la operación he descubierto que me controlo únicamente porque no me apetece; bueno y porque en este momento tengo muchísimo miedo de comer, dado que hasta el agua tengo que beberla a buchitos miserables. Espero que esto cambie, porque me encuentro un poco abatido, es como si al intervenir mi estómago hubiesen castrado también el gusto por la comida.

La únicas molestias que puedo referir como consecuencia de la intervención han sido producidas por la sonda nasal, que me irritó la garganta un par de días, y por la sonda urinaria que una vez que me la sacaron y seguramente porque hubiese arañado un poco por dentro, me produjo un escozor interior cada vez que orinaba, que ha tardado tres días en quitarse.

Me encuentro muy cansado, pero es que estoy tomando poca proteína dado que me han dicho que tengo que tomarla muy diluída, ahora un batido me dura tres días, aunque acabo de descubrir Optisource plus que ya viene realizada la mezcla en un pequeño brick, y voy a empezar a tomarlo como si fuese zumo para recuperarme un poco.

En unos días os sigo contando.

jueves, 20 de mayo de 2010

SE ESTÁN AFILANDO LOS BISTURÍES.

Miedo, tengo miedo.

Bueno en realidad no es miedo, la operación no me da ningún miedo, creo que lo que sea sonará, y no me preocupa; quiero decir que no me preocupa que me pueda pasar algo.
Tengo la enorme suerte de ser creyente, y se que Dios no me va a dejar sólo, y además sé que si me pasara algo, aquí estaba sólo de paso.
El único temor serían mi mujer y mis hijos; pero temo por ellos, no por mí porque el que palma descansa.

¿Entonces por qué mi temor? -Creo que tengo miedo al cambio, me preocupa el cambio.
Temo boicotear la operación y volver a dar de sí mi estómago. Temo no saber si seré capaz de controlarme en el futuro, o si volveré a mis malos hábitos alimentarios. Temo pensar que en lo sucesivo tendré que decidir entre beber y comer porque todo no me va a caber en el nuevo estómago.
Temo hacer una de mis suculentas paellas y pensar que tendré que elegir entre los granos de arroz o los tropezones.
Temo no poder acostumbrarme a mi nueva vida, porque ahora mi estómago es mío, está dado de sí, de acuerdo... pero es mío, y lo tengo en uso... en maluso,...en desuso desde hace un mes; pero lo tengo.
No me hago a la idea de tenerme que comer un yogurt en dos veces, de no poderme comer ni las uñas. No soporto el pensamiento de haber renunciado definitivamente a meterme entre pecho y espalda un churrasco de un kilo, regado con un buen vino. Ya no volveré a ir a un restaurante a decir de primer plato una paella, y de segundo... de segundo otra paella.
Me preocupa enormemente desconocer el futuro.

¿Cual es mi presente? Hoy me he pesado en la misma báscula de siempre, no he bajado finalmente tanto peso como creía, pero tampoco me puedo quejar, hoy me he pesado y he dado en la báscula 138 kg. Es decir 17 kg. menos que hace un mes cuando comencé mi dieta.

Acabo de tomar mi "última cena" -- Un exquisito batido de vainilla de la marca Optisource, con poco agua para que espese un poco más, y para engañarme a mí mismo me he dado un capricho, le he bautizado con mucha canela en polvo; si no fuese porque le falta la galleta podría pasar por unas natillas.

Mañana ingreso sobre las 12,30h. en la clínica Sta. Elena de Madrid, me operarán a primera hora de la tarde, y debo estar en ayunas hasta entonces, ya oigo a los cirujanos afilando los bisturíes al grito de... ¡ otro gordo en la mesa de operaciones !, sujetadle que se cae por los dos lados de la camilla.

Según me han dicho pasaré entre uno y dos días en la UCI, y después en la habitación otros 4 días más o menos.

Si todo va bien espero el día 5 poder conducir mi moto en la concentración que tengo preparada con mi club motero en Alcalá de Henares.

MAÑANA ES EL DÍA.

sábado, 15 de mayo de 2010

ADELGAZAN LOS SALARIOS.

Dado que en este Blog se trata de cuestiones relativas a la pérdida de peso y del adelgazamiento, y dado también que nuestro querido presidente Zapatero, ha decidido adelgazar nuestras nóminas y conseguir que perdamos peso de ese modo no puedo por menos de escribir estas líneas que me ha hecho llegar un amigo.

A TODOS LOS FUNCIONARIOS Y EMPLEADOS PÚBLICOS:

En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un sueldo mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer. Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado público casi indigente, trasunto del novelón galdosiano, fue poco a poco hundiéndose en el olvido.

Pero en los últimos días se ha babeado de placer ante los ecos de una posible congelación salarial a los funcionarios.
Sin embargo, nada sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo. Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el sueldo de un Técnico Superior de la Administración , y para conseguir que un albañil viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti club y caspa montaban una constructora y juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?... “España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, los efectos de aquellos excesos han de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que apenas se benefició del auge económico y que, por supuesto, no provocó la crisis. Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron dinero sin las debidas garantías.
No pensemos que las ganancias obscenas de la especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos y comunidades que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico.
Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los cinco de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores que hubieron de recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta que estos han de pagar la crisis y son unos “privilegiados”!

martes, 11 de mayo de 2010

COMIENZA LA CUENTA ATRÁS.

Hoy he estado con el cirujano, nos hemos estado planteando cómo va a ser la operación.

Definitivamente nos olvidamos de la técnica del by-pass gástrico, parece que en mi caso al no ser goloso, y mi mala alimentación provenir mayormente de grandes y pantagruélicas ingestas hace que podamos prescindir de técnicas malabsortivas, con lo que tenemos asegurado un mejor postoperatorio y además de menor riesgo y menores contraindicaciones, la calidad de vida posterior también es muchísimo mejor.

No hay efecto Dumping, no tiene porque haber mareos, ni carencias proteínicas, o de algunas vitaminas. En definitiva vamos a intentar sólo la reducción, y si viésemos que no fuese bastante, entonces a lo mejor dentro de un año podríamos plantearnos el by-pass como 2ª intervención.

Los batidos están cumpliendo su objetivo, en apenas 20 días he perdido 14 kilos y he pasado de pesar 155 a mi peso actual 141 kg. Como premio el cirujano me deja introducir en mi dieta, unas verduritas, y he llegado a casa como un berraco, me he preparado en el horno un poquito de cebolla, pimientos verdes y rojos, un par de ajetes, dos trigueros, un tomatito y unas rodajitas de calabacín, rociadas con unas gotitas de aceite y sal gorda.

Coño, me he creído que soñaba, ¡que explosión de sabores en mi boca, que deleite después de 20 días a batidos proteínicos! nunca pensé que unas verduras pudiesen saber tan ricas, y tan distintas.

Creo que aprovechando la operación se van a llevar por delante la vesícula que está según indican las pruebas "atrofioesclerótica"

Resultado un pantalón de mi fondo de armario ya me vale y el cinturón ha migrado su anclaje tres agujeros.

¡Quién pillase unos torreznos!

martes, 4 de mayo de 2010

ESTOY YO CONMIGO MISMO

Sí, también está mi familia que me apoya, mi mujer que por primera vez se calla cuando digo algún inconveniene (hace como si no quisiera importunar al condenado), pero como en el chiste cuando el que estaba a punto de caer por el barranco decía: Pero... ¿Hay alguien más?.

- No, al final sólo estoy yo conmigo mismo.

Esto ya no da más de sí. O bueno, todo lo contrario, porque esto siempre da más de sí es por lo que ha llegado el momento de frenarlo.

Breve historia de mi gordura:

1er. Paso.- De las artes marciales a las pesas.

Cambio de comidas, mayor ingesta de alimentos, gasto tremendo de calorías, y llega el verano, tras tres meses sin gimnasio (a pesar de no dejar de nadar) he cogido 18 kg. y me situo cerca de los 100, 98 para ser exactos.

2º. Paso, Problemas de estress en el trabajo, microerosión ulcerosa en el duodeno, ansiedad tremenda y en un periodo de dos ó tres años me situo en los 121 kg. Para entonces ya he tenido una hernia de hiato funcional y he pasado por varios endocrinos, con abundantes efectos rebote, y sin conseguir el objetivo. Sigo practicando deporte, sigo jugando Beisbol, y decido que esto no puede seguir así.

3er. Paso, Me pongo en manos de un endocrino que me han recomendado y tras año y medio de privaciones, y sin pasarme nada, ayudado por un montón de pastillas consigo perder 42 kilos, me quedo en 79 y me veo el tipo más feliz del mundo, como sigo haciendo deporte y me veo fuerte, aunque muy demacrado, no me importa coger algo de peso, incluso hay quien me dice que debo engordar un poco porque no estoy bien.

4º. Paso, Sigo el consejo de engordar y enseguida me pongo en los 90, como ya se como adelgazar mejor que nadie decido que voy a ponerme por mi cuenta, pero mientras más esfuerzos hago la aguja más avanza hacia las tres cifras.

5º.- Paso, He vuelto a brincar los 100 (como me dijo un rústico de mi pueblo), intento hacer todo tipo de dietas, de arroz integral, de pollo, de sopa quemagrasas, pero me resulta imposible volver a las dos cifras. Salgo con mis hijos al campo, ya no hago deporte y mi vida se vuelve sedentaria, dedicándome a andar de vez en cuando como único ejercicio. (aparte de los consabidos de "tapeo en barra fija" y "triple salto sobre el chuletón"

6º paso, Creo que he conseguido estabilizarme en los 115 kg, pero cuando me quiero dar cuenta vuelvo al peso de origen 120 kg. Llegar de nuevo a ese peso, a pesar de los años que he tardado en recuperarlos me hace pillarme un cabreo inmenso. Por lo que como sigo sin encontrarme mal decido que mi nueva meta es por nada del mundo superarlos. Mientras tanto me ha atacado una enfermedad conocida como Síndrome de Hashi Moto (ni tiene que ver con mis años de prácticas de artes marciales, ni con mi afición por las dos ruedas) se trata de una enfermedad autoinmune que se ha cargado mi tiroides. Me han hecho una ecografía, ¡Y no tengo!, estoy como si estuviese operado de tiroides, apenas unos mínimos vestigios de la antigua existencia del mismo.
Diagnóstico --Hipotiroidismo primario--
A Hormonarme de por vida.

7º paso, he aguantado bien en los 120 kg. y salvo mis esguinces de tobillo, y algun inconveniente para comprarme ropa sigo relativamente contento, he subido a los 125, pero no es preocupante y además no me privo, como de todo: pan, torreznitos, careta de cerdo, cocidos, paellas, bocatas, e ingentes cantidades de embutidos rojos.

8º paso, he tenido un accidente de circulación en moto, me he roto el húmero, la caída no fue grande pero el batacazo con todo mi peso me ha llevado al quirófano, me tienen que colocar unos clavos. y reposo en casa. Durante el tiempo de reposo y la baja laboral (7 meses) en los que mi única actividad es ir al gimnasio a rehabilitar el hombro, engordo casi 30 kg. en ese periodo, esto es desesperante, veo como por días las cosas dejan de valerme, prácticamente cuando me lavan la ropa, luego al ponérmela me veo que me queda más estrecha ( y no ha encogido).

9º paso, Me empiezo a encontrar como un minusválido, tengo problemas para atarme los cordones, para asearme, para realizar cuestiones muy básicas, apenas puedo dormir y cuando lo hago tengo apneas de sueño, además ya tengo algo de hipertensión, y lo que mi médico de cabecera tras un ataque de gota ha definido como comienzo del sindrome X.
Decido afrontar la cirugía bariátrica, y tras pesarme doy 150 kg. para mi 1,67 cm. empiezo a hacerme las pruebas: psiquiatrica, analítica, tránsito intestinal, visita al neumólogo, placas, ecografías, colangioresonancias, T.A.C., electrocardiogramas, y un largo etcétera, durante el tiempo que tardo en hacerme las pruebas, con la ansiedad que me produce mi situación llego hasta los 155 kg.

Pero a partir de Ahora esto se acabó, es mi obesidad o yo. O liquido mi obesidad, o ella me liquida a mí.